Dicen que volver a casa a pasar unos días siempre sienta bien, te reconforta y te carga las pilas, quizás por la comida de mi madre, los abrazos, los mimos familiares. Solo llevo un día en casa y ya he cargado energía.
Hoy he salido a correr aquí, en mi querido Linares, y lo echaba de menos. Me gustan las ciudades grandes y llenas de vida, pero hoy necesitaba correr por las calle vacías a las nueve de la noche, con las calles casi desiertas y las farolas como única compañía. Iba sola, con la música de Queen sonando en mi iPod y mis pensamientos, sonriendo y con ese sentimiento de total libertad que nos llena completamente. Hasta que he pasado por un parque, "el parque", de pronto he parado y he sonreído. Asfixiada por el esfuerzo de correr me he quedado unos minutos mirando ese lugar en el que tantas veces he estado, en el que he crecido.
Me he permitido detenerme a mirar por un momento al pasado;ver de nuevo a aquella niña pequeña, rubia como el oro, cayéndose del columpio, levantarse, quitarse la tierra y seguir jugando; el primer amor de la adolescencia, y también las primeras lágrimas por la decepción de ese amor tan sumamente inocente; y a la persona adulta qué, con veinticuatro años, se montó este verano en un columpio con su mejor amiga a las doce de la noche porque no había nada que hacer...a quién se marchó de casa a perseguir un objetivo dejando atrás muchas cosas, a la niña rubia que durante años se ha caído del columpio muchas veces, pero que siempre se ha levantado y ha seguido jugando...
He sonreído y me he dado la vuelta para seguir con mi camino, pero feliz de ver todo lo que he vivido en él, ha sido mi momento nostálgico.
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